miércoles, 7 de julio de 2010

El 'cómo' con las chicas

A medida que uno profundiza en el estudio de ciencias nobles y útiles como la matemática, la física y la astronomía, dejando de lado todo aquello considerado por la plebe como 'cool', léase el cine de bajo presupuesto, la literatura prefabricada o la fotografía de guerrilla urbana, las consecuencias comienzan a hacerse evidentes no solo en el plano físico sino también en el social. Dicho esto, cabe aclarar que lo primero funciona como agravante de lo segundo, lo que termina de configurar un cuadro donde el infeliz se cree el héroe agobiado pero en realidad no es más que un goblin deforme condenado por mérito propio al desprecio general.

Esto no es de importancia para el sujeto en cuestión excepto cuando entran en la ecuación las incógnitas menos esperadas: las chicas. El tablero, ahora plagado de peones de buenas curvas, esbeltos alfiles y yeguas desaforadas requiere del planteo de una nueva estrategia. Nuestro jugador, ducho en mañas, se siente como pez en el agua en tanto ignora lo imprecedentes y erráticos que pueden ser los movimientos de las piezas en juego.

¿Cómo encarar una situación así? De momento, tengo en mente dos estrategias. Convengamos que nuestro punto fuerte es la lógica, y es por eso que DEBEMOS utilizarla.

Estrategia Nº1:

Todos conocen el clásico juego de palabras "Juan y Pinchame se fueron al río...", la clave está en saber utilizarlo a nuestro favor.

Uno se acerca a una dama y le propone: "Juan y Rompeme se fueron al río. Juan se ahogó, ¿quién quedó?" Si la chica en cuestión es lista, dirá "Rompeme", lo que nos habilita a hacer gala de nuestros dotes de sátiro. Si dice "Juan", evidentemente es idiota, podemos propasarnos con ella todo lo que queramos sin que se entere siquiera.

Estrategia Nº1, version 2:

Esta modificación es un jueguito que salió a última hora. Siguiendo la estructura del punto anterior, vemos que nuestras intenciones para con la señorita pueden quedar al descubierto en primera instancia, algo digno de llevarse varios carterazos, trompadas de algún novio celoso y, por qué no, un par de tiros de un hermano con pocas pulgas. Nosotros somos astutos, esa es la carta a la que debemos apostarle todas las fichas: usémosla bien.

Formulamos un acertijo tramposo: "Juan y Te rompo todo se fueron al río, Juan se ahogó, ¿quién quedó?". La mujer con un par de luces dirá "Te rompo todo", lo que en primer lugar podríamos tomar como una propuesta. Pero no conformes con esto, visto que es difícil que la iniciativa provenga de la víctima, nos mostramos confundidos y requerimos que nos corroboren preguntando: "¿Te rompo todo?". Ella, engañada por el flujo de la charla, dirá "Sí." ¿Qué más debo agregar? ¡Manos a la obra!

Estrategia Nº2:

Básicamente es una cuestión de lógica. La propuesta debe plantearse en una dicotomía que la vuelva innegable. Por ejemplo:

"Muchacha: si dices 'Hazme tuya.', quieres decir que no te haga manifiestas mis más nauseabundas perversiones. De lo contrario, si no dices nada o dices cualquier otra cosa, es porque quieres que te haga mía."

Ante la primera respuesta podemos asumir que la jovencita pronunció sus más profundos deseos, consecuentemente nos abalanzamos sobre su dote. En el caso opuesto seguimos lo pautado por el planteo original, es decir, comeremos carne de la buena. Tanto en uno u otro caso dimos la posibilidad de elegir (?).

NdA: hablar en español neutro con las mujeres ayuda, créanmenn.