jueves, 19 de marzo de 2009

La insignificancia de la vida


Hoy por la mañana, mientras me dirigía a cumplir con mis labores de pequeño proletario asalariado, a pocas cuadras de concretar los quince minutos de caminata matutina, oí algo golpear. Pasaba por debajo de esa suerte de exceso que los constructores de primeros pisos suelen hacer con el fin de ganar algo de terreno a la vía pública, por lo que mi vista se orientó hacia la única zona libre posible.

Una pelota rosada se sacudía sobre las baldosas. Me acerqué y pude ver un pichón de paloma, recientemente nacido, desplumado y con la piel transparente, partido al medio, con todos sus órganos desparramados y formando un círculo de sangre.

El avecita sacudía sus patas, como una suerte de reflejo de la agonía y la muerte que se acercaba. Me quedé arrodillado contemplando, mientras la mancha de sangre crecía a la par que disminuían las convulsiones.

Súbitamente se le escapó la vida. En ese momento me pregunté acerca de la insignificancia de todo, de tener un trabajo, de alimentarme para vivir, de hacer cosas.

Pensé en por qué uno tiende a querer sobrevivir, que sinrazón nos lleva a querer prevalecer, por qué queremos ser nosotros los que cuenten el cuento y no otros. Y más aún, ¿por qué conservar la vida?

¿De dónde nace esa hipocresía de querer defender a capa y espada la existencia? De los perros, de los gatos, de las ballenas francas australes. ¿Para qué y, más aún, por qué custodiamos el bienestar de unos -aún cuando eso no se entrometa con nuestro día a día- y no el de otros?

¿Por qué condenan el aborto y, sin embargo, ejecutan al niño sumido en las drogas?

¿Por qué se juzga socialmente a quien aniquila poblaciones enteras y no a aquellos que desmontan y extinguen especies todos los días, por el bien de la sociedad, el progreso y la empresa?

¿Por qué nos lamentamos por los perros que mueren de hambre y no dudamos al exterminar de la manera más cruel a la cucarachas, los mosquitos y todo aquel minúsculo ser que nos estorbe?

¿Acaso algunas vidas valen más que otras? La gente parece creerlo así, y me da asco.

Por suerte yo estoy enfermo de cinismo y redondeo para abajo. Para mí ninguna vale nada.

3 comentarios:

  1. Para mí la mía vale Jum

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  2. Vos sabés qué nunca termino de darme cuenta cuándo estás siendo y cuando estás haciéndote?
    me desconcierta.

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  3. Yo creo que las cosas tiene que dejar de ser en forma natural... o por elección propia.

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